En primer lugar: control de parásitos externos.
Iniciamos la terapia comprobando si se aplicaba adecuadamente el tratamiento para el control de pulgas que la propietaria ya estaba utilizando mediante fipronil en spot-on; y consideramos que era adecuado. Por ello, el paso siguiente fue introducir una dieta de eliminación con alimentos comerciales a base de proteína hidrolizada a lo largo de ocho semanas. Durante las dos primeras semanas, con la finalidad controlar más rápidamente el prurito, también se administraron 6 mg de metil-prednisolona orales cada 24 horas, durante 7 días; y después cada 48 horas otros 7 días. Posteriormente se mantuvo la dieta hidrolizada exclusivamente. A las seis semanas se realiza una visita de control de la evolución de la terapia y se observa que las lesiones habían mejorado (Fig. 4), pero el prurito solo se controlaba cuando el paciente tomaba metilprednisolona. De hecho, al dejar de aplicar los corticosteroides, el proceso de recuperación se estancó y las lesiones retrocedieron. Por tanto, la dieta por si sola no había podido controlar ni las lesiones, ni el prurito, por lo que consideramos que la hipersensibilidad alimentaria no era el factor primordial en el desarrollo del proceso.
El siguiente paso, tras descartar la hipersensibilidad alimentaria como causa primaria, fue considerar que la causa era una atopia. Además, se había observado que respondía bien al tratamiento con corticosteroides. Se le propuso a la propietaria sustituir el tratamiento cortocosteroideo por ciclosporina A (30 mg cada 24 h durante un mes).
Pero previamente, se realizó un control bioquímico-hematológico general y serología frente a FIV y FLeV en previsión de efectos indeseables de la CsA si el gato padeciese alguna patología subyacente. Todos los resultados se encontraron dentro de los rangos de normalidad para nuestro laboratorio.
En la revisión de control al cabo de cuatro semanas de aplicar ciclosporina se aprecia una mejoría significativa, por lo que se siguió aplicando CsA durante un mes más a la dosis de 30 mg cada dos días. A las ocho semanas de haberse iniciado la terapia con CsA se realizó otro control en el que se observó una curación casi completa de la lesión. Pero pocos días después, coincidiendo con que la gata sale en celo, vuelve a manifestar picores y aparece una lesión erosiva ulcerosa en la misma zona interescapular (Fig. 5) en que se estaba cerrando la lesión inicial.