Los procesos congénitos de los corderos suelen ser escasos, poco importantes y, por lo tanto, de escasa repercusión bibliográfica. Durante el año 2008 hemos atendido dos casos curiosos y a su vez con una importancia económica considerable.
La piel es el límite entre el medio interno del animal y el exterior, y por este motivo se ve sometida a acciones tanto desde fuera como desde dentro. Es una importante barrera que evita pérdidas de agua, electrolitos y macromoléculas, protegiendo al animal del ataque de agentes físicos, químicos o microbiológicos. Es importante en la termorregulación y actúa como parte del sistema sensorial (dolor, temperatura, presión, etc.), transmitiendo información a través de la secreción de productos químicos. En ella se sintetiza la vitamina D y hace de reservorio de ésta y otras vitaminas, además de agua, electrolitos y grasas. Su pigmentación ayuda a proteger al animal de la acción del sol y su amplia vascularización afecta al mantenimiento de la presión sanguínea.
Por su facilidad de observación y exploración, nos es muy útil para el diagnostico de diferentes enfermedades dermatológicas y para el de otras enfermedades internas que muestran manifestaciones cutáneas. La piel es una estructura estratificada compuesta de epidermis, dermis, folículos pilosos y tejido subcutáneo. En ella se originan diferentes anejos como el pelo, la lana, las pezuñas y los cuernos.
Las enfermedades de la piel y del pelo o la lana son comunes en los pequeños rumiantes y resultan en pérdidas económicas significativas debido al retardo en el desarrollo del animal. En el ganado ovino adulto, los procesos más comunes son de origen parasitario, infeccioso y también las fotosensibilizaciones. Los problemas congénitos y hereditarios son más raros, pero cosmopolitas y de una gran importancia, pues pueden determinar importantes cambios en lo que atañe a los reproductores. Los problemas congénitos pueden ser genéticos o adquiridos durante la embriogénesis. Las afecciones genéticas que causan anomalías pueden estar presentes en el nacimiento del cordero o iniciarse semanas o meses después.
Entre los problemas congénitos o hereditarios, podemos citar la alopecia, hipotricosis, anasarca fetal, astenia cutánea, fotosensibilización hereditaria, hipotiroidismo congénito (bocio), epiteliogénesis imperfecta, epidermólisis bullosa e hipertricosis, entre otros.
En los casos de alopecia, se produce una ausencia completa de la cubierta pilosa o lanar, mientras que en la hipotricosis hay menor cantidad de pelos o lana que en el animal normal, pero su distribución es simétrica. En los casos de los defectos pilosos hereditarios, hay reducción del número de folículos o menor capacidad de cada folículo para producir fibras. Los animales afectados, ya nacen con menos folículos, principalmente, en la cara y miembros. Encontramos una mayor casuística en el ganado vacuno y porcino, pero la problemática no es menos importante en el ovino. En la alopecia e hipotricosis, la piel expuesta es más brillante y sensible y, en la mayoría de los casos, más delgada y predispuesta a infecciones secundarias. Los animales afectados soportan mal el frío. En casos de aplasia folicular congénita, los pelos ordinarios de la cubierta están ausentes, no así los pelos táctiles, más bastos, situados alrededor de los ojos, en labios y extremidades. El diagnóstico se confirma por la anamnesis, evaluación física y biopsia de la piel. En el estudio histológico se aprecia falta de desarrollo de los folículos pilosos.
La anasarca es una enfermedad en la que se produce acumulación masiva de fluido seroso en el tejido conjuntivo subcutáneo. Los casos de anasarca fetal, también conocida como Hydrops foetalis, en el ganado ovino son poco conocidos, a diferencia de los casos que afectan al hombre, en los que ya se han descrito más de 150 etiologías diferentes que producen anasarca fetal total o parcial. En el Servicio de Anatomía Patológica de nuestra Facultad se han estudiado varios casos de origen hereditario. El principal signo observado por el ganadero era la dificultad de las ovejas para parir, los corderos nacidos tenían hasta cuatro veces el tamaño normal, debido al edema subcutáneo generalizado. En los animales afectados que sobrevivieron al parto, se vio tumefacción difusa sin dolor. La piel estaba hinchada y aparecían fóveas a la presión con el dedo.
La astenia cutánea también conocida como síndrome de Ehlers-Danlos, dermatosparaxis o piel rota, es una enfermedad que compromete la integridad estructural del la piel, o más específicamente del tejido conjuntivo. En el hombre, agrupa al menos siete cuadros distintos, clínica y genéticamente. En todas las especies está causada por un defecto en la producción del colágeno. En ovinos y bovinos está asociada con la deficiencia en la actividad de una enzima, la propeptidasa, que resulta en una reducción de aminopropepitidos precursores de colágeno, el pro colágeno, con inadecuada formación del gel de colágeno, que está con estructura y función alteradas. En corderos cruzados Australian Border Leicester-Southdow, hay una descripción de astenia cutánea, cuya piel tenía un tercio de la cantidad normal de colágeno, sin estar aumentado el procolágeno. En estos casos el problema no estaba relacionado con una deficiencia de aminopropeptidasa.
Esta colagenopatía agrupa enfermedades congénitas y hereditarias. Los animales afectados presentan hiperextensibilidad y fragilidad de la piel y elasticidad disminuida, que hace que se rompa fácilmente (figura 1) y deje heridas grandes con forma de boca de pez. De una manera general, estas heridas sangran poco o nada y, de no existir roces o infecciones secundarias, pueden curarse rápidamente, dando lugar a unas finas cicatrices blancas, como papel de fumar. Normalmente, en los animales de producción, las heridas se curan de forma lenta, debido a los constantes roces de la piel péndula, con la formación de hematomas e higromas, complicados con infecciones secundarias. Puede provocar laxitud en articulaciones y defectos oculares (microcórnea, esclerocórnea, luxación lenticular y cataratas). Existe también la posibilidad de rotura del tracto gastrointestinal y de aneurismas, siendo en estos casos una enfermedad mortal. La fragilidad de la piel está presente desde el momento del nacimiento y cerca de un tercio de los animales con astenia cutánea desarrollan edema después del nacimiento, especialmente alrededor de los ojos y en las extremidades. Estos signos clínicos han sido descritos en vacas, cabras, ovejas, cerdos, caballos, conejos, gatos y perros. Para el diagnóstico, además de los síntomas clínicos de piel delgada, hiperextensible (figura 2), que sufre desgarros en exceso sin antecedentes traumáticos graves y de los estudios histopatológicos de las estructuras colágenas, se desarrolló, para perros y gatos, un índice de elasticidad cutánea, hasta hora no uniformizado para los corderos. En esta especie, aunque la astenia cutánea sea considerada más rara que en las demás, como equinos y bovinos, por estar normalmente relacionada con un gen autosómico recesivo, en ciertas explotaciones, su casuística puede ser más grande.
Después de una evaluación de la historia y minuciosa exploración clínica del rebaño, las sospechas del origen se centraron en un macho da raza Manchega, que había sido introducido en la ganadería hacia siete años. Los padres y madres de los tres corderos fueran identificados por medio del test de paternidad. Todos estos animales eran descendentes directos del macho anteriormente citado. Por consiguiente, suponemos que este macho era heterocigoto para la enfermedad, que en este caso era hereditaria y asociada a un gen autosómico recesivo, pues los machos y las hembras del rebaño eran descendentes suyos y debido a los continuos cruzamientos posteriores, aparecieron corderos homocigotos, los cuales manifestaban la enfermedad. Cuantos más años pasaron y más descendencia existía de este semental más casos clínicos aparecieron, hasta que en la parición de primavera de 2008 llegó a afectar al 6% de los corderos nacidos, lo que alarmó al ganadero.
Debido a su carácter hereditario, de curso crónico e incurable, se debe evitar que estos animales se reproduzcan, y por consiguiente, en estos casos, se recomienda la eliminación de los machos del rebaño y la introducción de nuevos machos procedentes de otra ganadería, evitando así la consanguinidad, y de este modo, la posible aparición de animales clínicamente afectados.
Si se conoce la procedencia de los animales que han presentado este problema, se deben eliminar como reproductoras todas sus hijas y las de su descendencia, si se habían dejado para madres, ya que pueden ser portadoras del proceso y mantienen el gen en el rebaño.